Del Pregón de D. Ignacio Montaño Jiménez (1997)

02/10/2018

Cruza por Temprado la Virgen de la Victoria, más hermosa cuanto más doliente; y por Argote de Molina el esfuerzo de toda la Pasión ennoblece la presencia redentora del Dios y hombre verdadero. No caben por Castelar todas las Angustias de la Madre, mientras el pudor de la noche ayuda a suavizar la impresionante escena del Dios muerto que desciende de la Cruz.
Tres calles de Sevilla, tres momentos estelares de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor, tres Glorias del Jueves Santo.
Judas vendió con un beso /al mejor de los nacidos,/por mis traiciones y olvidos/a tanta columna preso./Todo dolor tiene acceso/a su corazón, cualquiera/azota, escupe, macera/su silencio maniatado./¡Y llora por mi pecado/una Madre Cigarrera!/¡Qué solemne laberinto/de llantos, lino y ternura/donde el aire es sepultura,/donde el silencio es distinto!/En el sagrado recinto/siembra el Amor su semilla/y la tarde se arrodilla/con pena tan alta y mustia,/¡que pasa la Quinta Angustia/por el alma de Sevilla!/La plata es viva oración,/la cera se hace camino/y el silencio es peregrino/junto al Señor de Pasión./La rotunda salvación/que levanta esa cadera/es, en la noble madera/de la larga cruz que avanza,/una bienaventuranza/de plata, silencio y cera./Tres glorias del Jueves Santo/en el altar de la noche,/el más sagrado derroche/de misericordia y llanto./Y en tanta emoción y en tanto/sacramento del amor,/tan sevillano esplendor:/¡la Victoria más hermosa,/la Angustia más dolorosa/y la Pasión del Señor! […]
Cuando acaba de subir el Señor de Pasión el repecho final de su duro camino comienza a sentirse en la cal y en los naranjos de la piel de Sevilla la impaciencia de la Madrugada.
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